domingo, 1 de febrero de 2009

El mercado flotante

Esta mañana madrugamos para ir al Mercado flotante de Damnoen Saduak, con el chófer que ayer contratamos en el hotel. El paseito nos ha costado 2400 baths. Pero lo bueno es cuando llegamos allá.
El chófer nos ha llevado directos a la compañía de botes que ha querido, es decir, a la que le da comisión. El paseo en bote de una hora y media por el mercado flotante y sus alrededores cuesta 1500 baths más, cuando habíamos leido que por 500 ya te lo hacían. El tío de la empresa nos contesta que si es más caro es porque ellos entran en el mercado flotante mientras que los otros botes no pueden. Luego hemos visto que esto no era así y que el mercado estaba plagado de botes, y lo que les interesa a los del mercado es que accedan el máximo de guiris posibles.
El mercado la verdad es
que nos decepciona muchísimo, está completamente enfocado al turismo. De saberlo hubiésemos cambiado esta excursión por la de Ayuthaya, aunque bueno, hay que verlo y luego juzgar.



Durante el paseo hemos parado en una fábrica artesana de azúcar de coco, donde hemos comprado unos caramelos compuestos exclusivamente de este azúcar, un alimento energético a más no poder.



Una vez hemos dado la vuelta por el mercado el gondolero, por decirlo así, nos lleva a dar una vuelta por los alrededores, llegando a un templo que está ubicado al lado del río. El gondolero ha comprado a unos monjes que estaban allá una bolsa con algo parecido a pan y nos la ha ofrecido para que le echásemos la comida a los peces. Éstos se han lanzado salvajemente por cada puñado que les hemos lanzado. Ha sido divertido.



Cuando hemos regresado al punto de partida le hemos pedido al chófer que nos llevase al mercado flotante pero por la zona peatonal, es decir, para verlo desde tierra a nuestro aire. El paseo ha sido interesante y hemos aprovechado para comprar algún souvenir. Además, yo me he comido un bol de noodles, que estaban muy buenos, que me ha costado 20 baths (medio euro) en un puesto de comidas flotantes.



Hemos vuelto al hotel a eso de las cuatro de la tarde. C
on toda la tarde libre hemos aprovechado para pasear por las cercanías del hotel, viendo a los niños salir del colegio, uno de ellos con una camiseta del Atlético de Madrid; también hemos visitado un templo hindú donde estaba prohibido hacer fotos, y una mezquita musulmana donde estaba prohibido entrar mujeres; por último hemos ido a comer algo en un restaurante de comida rápida de un centro comercial cercano, en el cual nos ha parecido curioso ver a una camarera que en realidad era un camarero, cosa que en Tailandia se lleva con total naturalidad, aunque no os engañeis, también hay mucha gente, como Paco, que se burla de ellos. Al lado del restaurante había un puesto de postres con una dependienta que nos ha entretenido la comida: no dejaba de mirarse al espejo e incluso se ha puesto a plancharse el pelo.



Después de esto hemos caminado un poco para coger el skytrain y que este nos acercara al MBK donde nos hemos hecho unos masajes y también hemos aprovechado para hacer alguna que otra compra de las pocas que nos quedan por hacer.



Hemos cenado allí, en un buffet japonés, de estos donde las viandas estan en una cinta giratoria que no deja de dar vueltas. No hemos sabido aprovecharlo porque nos han puesto unos utensilios que no teníamos ni idea de cómo utilizarlos, y el sushi no nos ha acabado de gustar demasiado. Hemos regresado en el skytrain que nos ha dejado en pleno Pat Phong. De camino al hotel se nos ha cruzado una rata, prefería un gato negro, la verdad. Espero que no sea premonitorio de lo que pasará en las próximas veinticuatro horas...las últimas en Bangkok y en Tailandia.

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